Esófago.- la enfermedad más común del esófago es el la enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE), la cual se puede asociar a una hernia hiatal cuyo síntoma principal es la acidez o agruras. Cuando el reflujo gastroesofágico es crónico y no se atiende adecuadamente puede desarrollarse una lesión premaligna en la parte inferior del esófago llamada esófago de Barrett.
Estómago y duodeno.- La gastritis y la úlcera, son las enfermedades más frecuentes de estos órganos. Actualmente se sabe que la causa principal, tanto de gastritis como de úlcera es una bacteria llamada Helicobacter pylori (HP). La segunda causa de úlceras es la irritación del estómago causada por medicamentos anti-inflamatorios que se emplean para diferentes tipos de dolores, como la aspirina, naproxeno y diclofenaco, que son tomados por largos periodos de tiempo. El cáncer gástrico es otro problema menos frecuente aunque más grave del estómago.
Hígado.- Hepatitis significa inflamación del hígado. Existen muchas posibles causas de que el hígado se inflame y no siempre es debida a virus. La causa más común de inflamación en el hígado son las hepatitis virales. Cuando el hígado presenta inflamación por más de seis meses, se le conoce como hepatitis crónica. Los síntomas de la hepatitis viral varían dependiendo de si se trata de hepatitis aguda o crónica. La mayoría de los casos la hepatitis aguda presenta síntomas leves como si fuera un resfriado que dura unos días o semanas. En casos más severos pueden presentar malestar general, tinte amarillo de la piel y orina oscura. La hepatitis crónica se manifiesta por malestar general y fatiga.
Actualmente se conocen siete virus que pueden causar inflamación en el hígado A, B, C, D, E, F y G. Aunque los virus más importantes en nuestro medio son el A, B y C, los cuales tienen diferencias muy importantes. La hepatitis viral más común es la hepatitis A. Este virus produce hepatitis aguda pero nunca se convierte en hepatitis crónica, de tal modo que la persona infectada puede enfermarse por varios días o semanas, pero una vez mejorando, la infección desaparece en forma completa sin dejar daño en el hígado.
La hepatitis B mejora espontáneamente en 95 por ciento de los casos. Menos del 5 por ciento pueden evolucionar a una hepatitis crónica. La hepatitis C causa una infección que casi siempre escapa al sistema inmunológico de nuestro cuerpo y en más del 85 por ciento de los casos la infección se mantiene en el hígado en forma indefinida. En la hepatitis crónica donde la infección dura por más de 20 años, pueden aparecer síntomas de cirrosis en 15-30 por ciento de los pacientes. La infección crónica por virus B y C aumenta el riesgo de cáncer de hígado.
La enfermedad hepática por alcohol es un problema muy frecuente en nuestro medio. Aunque la mayoría de la gente consume algo de alcohol, el daño en el hígado es muy raro. Cuando existe consumo excesivo y por largo tiempo, el alcohol puede causar una variedad de problemas en el hígado, incluyendo exceso de grasa (esteatosis), hepatitis alcohólica (inflamación en el hígado) y cirrosis (daño permanente e irreversible del hígado).
Vesícula biliar.- El problema más común de la vesícula biliar es la formación de cálculos (piedras) que pueden manifestarse con un dolor intenso en la parte alta del abdomen asociado a vómitos, típicamente después de haber hecho una comida grasosa.
El diagnóstico de los cálculos vesiculares se hace generalmente a través de un ultrasonido. El tratamiento actual de los cálculos de la vesícula biliar que dan síntomas es la extracción de ésta a través de una microcirugía llamada colecistectomía laparoscópica.
Páncreas.- Puede presentar entidades como pancreatitis aguda y crónica causadas principalmente por cálculos biliares o por abuso en el consumo de alcohol. El cáncer del páncreas produce malestar general, pérdida de peso, dolor abdominal y en ocasiones tinte amarillo de la piel (ictericia).
Intestino delgado.- La enfermedad más frecuente del intestino delgado es la diarrea aguda infecciosa que generalmente es auto limitada. La diarrea crónica es la que persiste por más de 2 o 3 semanas y requiere de valoración especializada.
Colon.- El colon irritable o colitis nerviosa es una de las enfermedades más comunes del aparato digestivo. Se caracteriza por diarrea o estreñimiento, distensión abdominal y excremento con mucosidad. Nunca se presenta sangre en las evacuaciones. El colon irritable no representa ningún defecto anatómico o estructural del colon, sino más bien es un problema de funcionamiento del intestino.
El estreñimiento crónico es una condición en la cual los intestinos se mueven con menos frecuencia y la consistencia del excremento es dura y seca. El hábito normal de evacuaciones puede variar de una persona a otra desde tres veces al día hasta tres veces por semana, de tal forma que el estreñimiento es cuando ocurren menos de tres evacuaciones por semana.
La diverticulosis es otra enfermedad frecuente del intestino grueso donde aparecen pequeñas bolsitas que crecen hacia fuera del colon, las cuales se pueden complicar con inflamación (diverticulitis) o sangrado.
El cáncer del colon es uno de los tumores malignos más frecuentes del aparato digestivo y de hecho es el segundo cáncer más frecuente en la población mexicana. Este tipo de cáncer puede ser curado cuando se detecta oportunamente. Todos los cánceres de colon empiezan como pólipos que en un inicio son benignos, pero con el paso del tiempo pueden convertirse en cáncer. Si los pólipos son detectados en forma temprana a través de una colonoscopia, pueden ser eliminados antes de que se conviertan en cáncer.
La enfermedad inflamatoria del colon comprende dos enfermedades, la colitis ulcerativa crónica inespecífica (CUCI), que causa inflamación en el intestino grueso, y la enfermedad de Crohn, la cual puede inflamar el intestino grueso pero también puede afectar al intestino delgado. La enfermedad inflamatoria del colon se diagnostica por medio de una colonoscopia.
Ano y recto.- Las hemorroides es una de las condiciones más comunes en el ano y recto. Las hemorroides son venas hinchadas en el canal del ano. Existen dos tipos de hemorroides: externas e internas. Las externas son venas hinchadas que se pueden observar debajo de la piel por fuera del ano. Las hemorroides internas son venas que están dentro del recto. Cuando las hemorroides internas se hacen grandes, pueden salir a través del canal del ano. El signo más frecuente de las hemorroides es sangrado rojo brillante, sin dolor, que ocurre al finalizar la evacuación y mancha el papel higiénico o que escurre en gotas en el sanitario. El tratamiento de las hemorroides es: eliminar el estreñimiento; la aplicación de medicamentos en cremas o supositorios; y en algunos casos se necesita la cirugía.
Otros padecimientos del ano y recto son la fisura anal, abscesos, fístulas, prurito, incontinencia anal y cáncer del recto.