La obesidad es un exceso de tejido adiposo que tiene por consecuencia un aumento del peso corporal; esto se debe a un desequilibrio entre el incremento en la ingesta de alimento y el poco gasto de energía (baja actividad física, sedentarismo).
Las causas son múltiples, entre las cuales se encuentran: factores genéticos, hormonales, psicológicos (depresión, estrés, ansiedad), sociales y culturales. Las principales causas del sobrepeso y la obesidad en la sociedad mexicana son las dietas de mala calidad (deficiente en frutas, verduras, leguminosas y alta en azúcares, refrescos, harinas, grasas, postres) y los bajos niveles de actividad física (más televisión, videojuegos, uso de automóviles; menos deportes, ejercicio físico, caminata).
La obesidad se ha incrementado a partir de la década de los 90, siendo más importante su incremento en los últimos 11 años y se ha convertido en un problema de salud a nivel mundial.
Mundialmente se estiman que existen 600 millones de adultos con obesidad. México tiene el primer lugar en obesidad infantil y de adultos desde febrero del 2010.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define el sobrepeso como índice de masa corporal (IMC) 25-29.9 Kg/m2 y la obesidad como un IMC igual ó superior a 30 Kg/m2. La obesidad se clasifica en grado I con IMC 30-34.9 Kg/m2, grado II con IMC 35-39.9 Kg/m2, grado III (mórbida) con IMC >40-49.9 Kg/m2, en el 2007 en el consenso del SEEDO se añade la Obesidad tipo IV (extrema) con IMC >50.
En los niños por su desarrollo y crecimiento continuo la definición de obesidad es diferente a la del adulto. Se debe basar en las tablas de referencia de peso para talla; se considera que el valor de 25 de IMC del adulto corresponde al porcentil 85 y el de 30 al porcentil 95, a partir de estas cifras se correlaciona el IMC para la edad del niño y se define sobrepeso y obesidad.
El índice de masa corporal se obtiene al dividir el peso (en kilogramos) entre el cuadrado de la estatura (en metros), es decir: IMC = peso/talla2.
La distribución del tejido adiposo en el cuerpo puede ser de dos tipos: a) “tipo manzana” con acúmulo de grasa en el tronco y abdomen, se denomina obesidad andoide; b)”tipo pera” con acúmulo de tejido adiposo en cadera, muslos y glúteos, se denomina obesidad ginecoide (Figura 1).
El índice cintura/cadera (ICC) nos da una idea mejor de esta distribución. El ICC se obtiene midiendo el perímetro de la cintura a la altura de la última costilla y dividiéndolo entre el perímetro máximo de la cadera a nivel de los glúteos
ICC= 0.77-0.85 normal para las mujeres; ICC= 0.78-0.94 normal para hombres. En caso de que exista obesidad, si los valores del ICC son mayores a los rangos normales, la obesidad es androide y si son menores, es obesidad ginecoide.
Según la encuesta nacional de salud y nutrición la obesidad en adultos es:
72% de las mujeres adultas y 67% de los hombres sufren de sobrepeso u obesidad. (ENSANUT 2006). Lo anterior conlleva al desarrollo de enfermedades sistémicas y una disminución de la expectativa de vida.
El incremento de peso y tejido adiposo, no solo produce cambios en el cuerpo y en la figura; esas células adiposas (grasas) producen diversas sustancias que tienen un efecto inflamatorio y dañino al organismo.
Entre las enfermedades secundarias a la obesidad se encuentran:
Problemas cardiovasculares: La obesidad incrementa el riesgo de desarrollar hipertensión arterial; altera el metabolismo de las grasas, aumenta el colesterol y los triglicéridos y se forman placas de grasa (ateromas) en las paredes de las venas y arterias provocando una disminución en la circulación sanguínea; lo que aumenta el riesgo de tener un infarto y desarrollar problemas cerebrales.
Los pacientes obesos tienen alteraciones respiratorias, con mayor frecuencia desarrollan insuficiencia respiratoria, tromboembolia pulmonar, infecciones, apnea del sueño (episodios de falta de respiración durante el sueño).
Enfermedades Metabólicas: como la Diabetes Mellitus que es una de las principales causas de muerte en nuestro país; se considera que el 90% de los casos la diabetes se asocia a sobrepeso u obesidad.
En el paciente obeso se incrementa la frecuencia de cáncer de mama, colon, endometrio, esófago, entre otros. Hay un mayor deterioro de las articulaciones, especialmente en los miembros inferiores y en la columna vertebral; la circulación venosa es deficiente, favoreciendo el desarrollo de várices y trombosis. Son más frecuentes los problemas ginecológicos en las mujeres obesas; la amenorrea (falta de ovulación) conlleva a la dificultad de embarazarse; tienen más dismenorrea (malestar) durante el ciclo menstrual y la frecuencia de quistes en los ovarios aumenta.
A nivel del tubo digestivo: los pacientes obesos tienen con mayor frecuencia reflujo gastroesofágico(agruras, eructos) y esofagitis, lo cual mejoran con la reducción de peso.
Se altera el metabolismo de las grasas (colesterol y triglicéridos) y se depositan en las células del hígado, provocando el desarrollo de esteatosis hepática (grasa en el hígado) e inflamación que a largo plazo puede llevar a una cirrosis hepática.
Existe una relación directa entre el grado de obesidad y la formación de cálculos vesiculares; el paciente con IMC 30 tiene un riesgo incrementado 2 veces mayor, aumentando hasta 7 veces cuando el IMC es de 45. Los pacientes con pancreatitis y obesidad tienen mayor riesgo de complicaciones y mortalidad en relación a los pacientes con pancreatitis y peso normal.
Los pacientes obesos tienen con mayor frecuencia problemas psicológicos, cursan con trastornos de la personalidad, depresión, ansiedad, tienen trastornos de la alimentación como bulimia y anorexia nerviosa.
En cuanto a la obesidad infantil, ésta se asocia a una mayor probabilidad de muerte prematura y discapacidad en la edad adulta.
El tratamiento de las personas con sobrepeso y obesidad debe ser multidisciplinario (nutriólogo, médicos, psicólogo). Es fundamental una alimentación adecuada, con un cálculo preciso de las calorías que debe ingerir de acuerdo a su edad, sexo y actividad física; asociado a un programa de ejercicio diario. Esto es suficiente en la mayor parte de los casos siempre y cuando se lleven de manera correcta. Cuando lo anterior falla a pesar de un apego al ejercicio y dieta pueden utilizarse algunos medicamentos bajo vigilancia médica estricta. La cirugía se reserva para los casos de obesidad mórbida y extrema.
Es fundamental conocer los efectos y consecuencias que tiene la obesidad en la salud, para hacer conciencia y prevenirla. Es indispensable tener una alimentación equilibrada en proteínas, grasas y carbohidratos; en cantidad suficiente, y realizar cuando menos 30 minutos de actividad física, cinco días de la semana.
Para evitar todos los problemas anteriores es esencial tratar de prevenir y corregir el sobrepeso y la obesidad.
Figura 1.- Obesidad androide y ginecoide